Nombre

Don Aurelio Martínez López

Estado civil

Religioso

Familia

Sobrinos
Feligreses

Nacimiento

–/–/1935

País

España

Ciudad y Provincia

Loranca de Tajuña
(Guadalajara)

Fallecimiento

14/02/2020

País

España

Ciudad y Provincia

Horcajo de la Sierra
(Madrid)

Su alma humilde tocó muchos corazones, con certeza el mío, que le echará de menos y le recordará con alegría todas y cada una de las ocasiones en que baje de nuevo la cuesta de la iglesia, y cuando repiquen las campanas de Horcajo de la Sierra.

«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá. El amor no pasará jamás.»

Gracias Don Aurelio, el cura de mi pueblo, Horcajo de la Sierra. Gracias por enseñarme a leer con el corazón las sagradas escrituras. Esta que escribo arriba, era una de mis lecturas preferidas, que hoy me recuerda tanto a usted.

Otros datos relacionados con su vida:

Recibió la ordenación sacerdotal el 11 de junio de 1960 en Madrid, de donde era diocesano.

Fue Ecónomo de Lozoyuela y encargado de Navas de Buitrago (1960-1967); ecónomo de Santo Domingo de la Calzada (1967-1972); encargado de Campo Real (1972-1973).

Y desde 1979 era párroco de Horcajo de la Sierra, Madarcos y Aoslos, donde era muy querido.

Momento y forma de su muerte

Se fue en silencio, en el hospital, el día en que se celebra el amor. Se puso enfermo en su casa del pueblo, Horcajo de la Sierra. Le encontraron más tarde algunos vecinos. La causa de su muerte fue una grave neumonía. Fue antes de que se desatara la pandemia, pero quién sabe si con el coronavirus como su causa (porque en ese momento no se hacían test).

Fátima Gil Uceda

Amiga y monaguilla

Gracias Don Aurelio, el cura de mi pueblo, Horcajo de la Sierra. Dedicó su vida, más de 40 años, a esa pequeña parte de la sierra pobre madrileña. Gracias por dejarme trepar al campanario entre la oscuridad a tocar las campanas, una de las mayores aventuras de mi infancia, sobre todo cuando había nidos de golondrinas. Fue un honor ser su monaguilla, sé que me querías sin alarde y fuiste un referente en mi infancia.

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Se solicita una oración por su descanso eterno

Cristo resucitó y ha vencido al pecado y a la muerte

"Si hemos muerto con Cristo,
creemos que también viviremos con él." (Rom 6, 8)

"Esta es la voluntad de mi Padre:
que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna,
y yo lo resucitaré en el último día." (Jn 6, 40)

Responso por la víctima

por José Manuel Montaner | Párroco de Santo Domingo Savio y San Expédito Martir (Valencia - España)

1 Comentario

  1. Mis primeros recuerdos con Don Aurelio son de cuando era niño y me pedía que leyera en misa, recuerdos en las procesiones de San Roque durante su fiesta en Agosto o pasando por su casa en mis primeras rondas, para que nos diera la bendición a los mozos; y en el bar de mi tío Francisco (a quien ya acompaña) tomando una copita de coñac y fumando un puro, apoyado en la barra cerca de la ventana, o sentado a una mesa jugando a las cartas; y de cuando nos llevaba en su coche (un Citroën Dos Caballos azul oscuro) a nadar al pantano de Gandullas cualquier tarde entre semana de verano…en un tiempo en el que éramos libres, inocentes y felices.

    El último recuerdo será el que me deja tras la misa de la pasada Navidad, cuando me quedé a saludarle en la sacristía al final del servicio, para hablarle un poco de mi nueva vida y del futuro. Como siempre, como a todos, me recibió afable, con su clásica media sonrisa y sus consejos de antaño.

    Sus homilías me gustaban mucho, tan sabias, directas y sencillas, siempre a cuestas con útiles recomendaciones centradas en hacer cosas buenas por y para los demás, porque esa es la clave de la convivencia, la salvación y la esperanza. A veces se quedaba repitiendo los mejores conceptos: «El amor…el amor…el amor…el amor…» (qué buen día para irte) como recurso para hilar su siguiente pensamiento y como eco para que a sus vecinos se nos quedase el mensaje en la memoria.

    En una de nuestras últimas charlas hace unos meses, cuando ya sufría algún achaque propio de la edad y había dudas sobre su continuidad al frente de la Iglesia en sus 3 aldeas (Horcajo de la Sierra, Madarcos y Aoslos), me dijo que no se iría de allí hasta que le llegase la hora de irse de este mundo, pero con su forma de ser pausada, aguda y honesta:
    «De aquí me iré cuando ya me vaya»… y cumplió su palabra, firme en su puesto hasta el final.

    Fue hombre de Dios, testigo de Cristo y vehículo del Espíritu Santo, sin duda, cumplió sus designios y ahora ya está en su presencia.
    D.E.P. Don Aurelio 🙏🏻

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